Por FĆ©lix Betances.
Los hechos ocurridos en la Iglesia CatĆ³lica durante dĆ©cadas tanto en lo relativo a la pederastia como en lo relativo al manejo equivocado en el aspecto econĆ³mico, cosas que innegablemente han llegado hasta el propio Vaticano; se han convertido en lo que muchos definen como: “un Infierno”.
Hablar de hechos bochornosos cometidos por jerarcas de la Iglesia CatĆ³lica (DiĆ”conos, Sacerdotes, Obispos y por representantes directos del Papa) y cuyo radio de acciĆ³n ha abarcado al mundo catĆ³lico, han llegado tan lejos, que han motivado la actuaciĆ³n directa del Papa Francisco, considerado por muchos como el Papa mas revolucionario que jamĆ”s existiĆ³ en el Vaticano.
El Sumo PontĆfice, en principio pidiĆ³ perdĆ³n al mundo por las tropelĆas causadas en el Seno de su Iglesia, pero convencido de que no era suficiente, ha tenido que enfrentar con valor esa desgracia, caiga quien caiga.
Como muestra, decenas de casos ocurridos en la RepĆŗblica Dominicana al igual que en Puerto Rico, Brasil, chile, Estados Unidos y otras partes del mundo, han obligado a la alta jerarquĆa de la Iglesia, a pararse en dos patas y tratar de buscar poner fin de alguna manera, a esa terrible desgracia.
Su Santidad ha mantenido un discurso orientador pero a la vez enĆ©rgico, dirigido a que los representantes de la Iglesia actĆŗen con correcciĆ³n y con verdadera vocaciĆ³n cristiana, habiendo manifestado en ocasiones, que SatanĆ”s ha entrado en la Iglesia.
Sin embargo, hay quienes entienden que el Papa Francisco no ha hecho lo suficiente para corregir el mal, mientras otros opinan que no le queda fĆ”cil dominar a los “demonios internos”, ya que se oponen grandes y fuertes intereses. En consecuencia, hay quienes han llegado a preguntarse: ¿DominarĆ” el Diablo a Dios, dentro de la CongregaciĆ³n CatĆ³lica?.
Mientras tanto, el Papa esta obligado a seguir trabajando en procura de aplicar una profilaxis dentro de dicha Iglesia y a permitir que los organismos de orden interno, continĆŗen con su trabajo, hasta lograr un castigo ejemplar para cada uno de los depredadores de Seres humanos indefensos, quienes a su vez se convierten en mutiladores implacables de la propia fe cristiana.
¡Pena de la vida para esos simuladores e indecorosos criminales, propiciadores de la desgracia de miles de familias que depositando su fe en ellos, terminan arruinando la vida de paz y armonĆa que allĆ esperan encontrar; traicionando, primero a su Iglesia y luego a miles de fieles que caen impunemente en sus garras!.
¡Adelante Papa Francisco!.
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