Por: L. ARTURO MORATÓ.- Es indudable que, en el trajín del accionar de la política, ocurren fenómenos y se dan situaciones, las cuales muchas veces escapan al mejor de los escrutinios o vaticinios y su razón de ser, muchas veces resultan incomprensibles para los estudiosos del tema.
Surgen líderes y movimientos cuando menos lo espera una sociedad determinada y en muchas ocasiones, cuando no hay ni siquiera las condiciones políticas o sociales dadas. En otras ocasiones, se dan cuando ni siquiera se han hechos esfuerzos para ello, sino que arriban de manera espontánea a partir de hechos fortuitos o inesperados.
En tal virtud, fue lo que sucedió en los finales de la década de los noventa, cuando casi a lo largo de la geografía política de América Latina, surgieron diversos gobiernos de corte populistas, los cuales dieron al traste con partidos tradicionales y envolvieron a la ciudadanía de esos pueblos, a realizar causa común con ellos ante la “novedad y esperanzas” que exhibían al electorado.
Bajo ese tenor, fue así que surgieron los Chávez en Venezuela, (1999); los Kirchner en Argentina y los Lulas en Brasil (2003); los Evos en Bolivia y los Zelayas en Honduras (2006); los Correas en Ecuador y los Fernández en Argentina (2007) y los Lugos en Paraguay, (2008). Se esparcieron por la región como la Portulaca oleracea.
Esa gran parte de la América morena, vio en estos seudos líderes, una especie de “nuevos redentores”, los “Mesías” esperados. Eran -según la imagen que proyectaron- los “hombres honestos y pulcros” en el manejo de los dineros del pueblo y como líderes políticos que iban a “resolver todas las penurias de la clase pobre y ha erradicar los males que han aquejado a los sectores humildes”.
Pero, como siempre he manifestado al referirme a estos farsantes de la política, no hay nada que le descubra más y los haga ver como la realidad que son, que el tiempo y el rol que asumen una vez tienen las riendas del poder. Si algo tienen en común y que es fácil de visualizar con la simple observación, es que están íntimamente vinculados de manera política e ideológica. Muestran una ambición desmedida por retener el poder a toda costa y pretenden eternizar el mismo.
Se jactan en su vida política y mediática de exhibir su “anticapitalismo y antiimperialismo” y se califican así mismos como “socialistas”. Se presentan como los “defensores de los desvalidos”, pero, mientra eso ocurre, viven una vida llena del boato más excelso y rodeado de lujos; hacen negocios con verdaderos delincuentes de cuello blanco y disfrutan a su mayor confort de todas las cosas buenas y confortable que les puede brindar el “malvado capitalismo”. A la par con esto, poseen abultadas cuentas e inversiones en Europa y en el mismo “Imperio del mal”.
Pero, como dice el viejo refrán: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” y a mi entender y a juzgar por los acontecimientos recientes, la primavera populista comenzó a tocar puertas en esos gobiernos, debido en gran manera, al despertar de la pesadilla y de la ilusión barata vendida en muchos pueblos y a que las fuentes económicas que sostenían esas demagogias populistas, ya está exhaustas por ser saqueada y dilapidadas impunemente. Repasemos pues, de manera sucinta esos hechos recientes.
LAS PRIMAVERAS SOCIALISTAS
La primera en sufrir este ventarrón de cambios por voluntad del pueblo, fue la la “Viuda Alegre” Cristina Elisabet Fernández Vda. Kirchner, cuyo candidato fue derrotado por Mauricio Macri Villegas. Es obvio que los hijos de Carlos Gardel se cansaron de la corrupción que predominó en los gobiernos de la mutual de los Kirchner, los cuales estando en la Casa Rosada, su patrimonio se cuadriplicó. De ahí provino ser propietarios del lujoso Alto Calafate Hotel ubicado en Las Patagonias argentinas, entre muchas actividades ilícitas.
Poco tiempo después, sobrevino la hecatombe chavista en las pasadas elecciones parlamentarias del 6 de diciembre 2015, en donde un pueblo cansado de la violencia, de la escasez, de la corrupción, de la dilapidación de los recursos no renovables y de los dineros del erario, del narcotráfico que permea todas las estructuras del gobierno, de la criminalidad, de la inflación y del alto costo de la canasta familiar, les dijo: !No más! a la cúpula gubernamental chavistas, quitándoles uno de los poderes que aún se niegan a reconocer y tratan de invalidar con acciones espúreas.
Posteriormente, el 21 de febrero 2016, otro que despertaron del sueño de permanecer indefinido en el poder, fue al indio Aymara de Bolivia, Juan Evo Morales Ayma, cuando los bolivianos hastiados de sus disparates, su pretensiones de reelegirse de manera consecutiva y sus fanfarronerías, votaron con 54.3% diciéndole NO al referéndum celebrado.
Ahora, se ha destapado un escándalo-novelesco lleno de intrigas, negocios turbios y un niño de por medio por parte de Evo Morales y su amante Gabriela Zapata Montaño. En toda nación, si hay un ciudadano totalmente informado, ese es el presidente. Sin embargo, Evo alega que “desconocía que tenía un hijo” y mucho menos, que su amante Gabriela Zapata ejercía tráfico de influencia a través de la empresa china CAMC la cual tiene negocios millonarios con el gobierno del inefable Evo. Al parecer, el indio se hace el tonto o en realidad piensa que los demás lo somos
Por último, y siguiendo con el desplome de los “altares populistas”, les tocó el turno a un personaje que se había convertido en un “ícono” de referencia moral y honestidad. Me refiero a Luis inácio Lula da Silva. En su caso, explotó el caso “Java Lato”, cuya podredumbre de corrupción salpicó a la actual mandataria la exguerrillera Dilma Vana Rousseff Coimbra y se esparce no sólo al ámbito brasileño, sino que involucra a varios gobiernos latinoamericanos, incluyendo al de la República Dominicana.
En un intento desesperado por encubrir a su mentor, Dilma Rousseff designó a Lula con el cargo de ministro de la Presidencia, a fin de evadir las investigaciones, algo que evidenció su temor a las investigaciones del caso “Petrobas”, lo que no prosperó, debido a la independencia de poderes que reina en la patria Joaquím José da Silva Xavier “Tiradentes”.
Previa a estas debacle política del populismo, ya Honduras se había sacudido dos veces del Vaquero Errante Manuel Zelaya Rosales y su esposa Xiomara. Y en Paraguay, del Obispo católico sinverguenza y lascivo de Fernando Armindo Lugo Méndez, el cual fue destituido por inepto e incapaz por el congreso paraguayo. Su labor como presidente, fue ser corrupto y regar hijos por todas la geografía paraguaya sin asumir la responsabilidad paterna.
Como podemos ver, políticamente hablando, estos presidentes populistas son todos cortados por la misma tijera: corruptos, mentirosos, hipócritas, cínicos, descarados. Pero, al igual como los bomberos, se cuidan siempre de no pisar la manguera unos con otros.
Ante esta realidad política que padecen los pueblo antes estos farsantes, con sus promesas, mentiras y demagogias baratas, me viene a la memoria la frase que una vez dijera a quien se le llamó como la “Dama de Hierro”, la ex Primera Ministro de Inglaterra Margaret Hilda Robert Ethel Thatcher cuando dijo: “El socialismo fracasa cuando se acaba el dinero de los demás”.
Si alguien duda de esta gran verdad, que le pregunten a la cúpula gubernamental y delincuencial del chavismo en Venezuela.
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