Por: RUBEN MORETA
Una cuestiĆ³n fundamental en la prospectiva de construir un modelo de calidad del sistema educativo dominicano lo constituye lograr una Ć³ptima profesionalizaciĆ³n de los/as maestros/as, responsables de la tarea de conducir los procesos de enseƱanza-aprendizaje. Para conseguirlo, es necesario fundar un nuevo paradigma de formaciĆ³n docente, que debe iniciar con transformar los planes de estudios de las carreras pedagĆ³gicas ofrecidas por nuestras universidades.
Aunque se soslaye del debate, las universidades no estĆ”n indemnes de culpa de las falencias del sistema educativo, porque son ellas las que forman los/las profesores/as que a su vez forman los niƱos y jĆ³venes dominicanos.
Las universidades privadas, en una inexcusable perspectiva mercantilista, reabrieron sus departamentos de pedagogĆa ofertando carreras con salidas magisteriales con tan pobre pertinencia, idoneidad e innovaciĆ³n, que los egresados exhiben escasĆsima profundidad cognitiva.
Las instituciones de educaciĆ³n superior son formadoras de formadores, por lo tanto sus deficiencias en la capacitaciĆ³n docente, son especialmente prohijadoras de la crisis educativa vigente, delatada por el bajo desempeƱo de nuestros estudiantes en las mediciones cualitativas en las Ć”reas de MatemĆ”ticas, Ciencias y Lengua EspaƱola, como hace poco develĆ³ Pisa. Profesores mediocres reproducen estudiantes mediocres.
Un reto de las universidades es reconstruirse, transformĆ”ndose en centros de innovaciĆ³n pedagĆ³gica. A tono con esto, resulta trascendente la norma aprobada por el Consejo Nacional de EducaciĆ³n Superior, Ciencia y TecnologĆa (CONESCYT), que establece un examen de admisiĆ³n para el ingreso a las carreras pedagĆ³gicas y la elaboraciĆ³n de un programa de formaciĆ³n docente integral y sistemĆ”tico con una duraciĆ³n de cuatro aƱos y un mĆnimo de cuatro dĆas presenciales por semana, cuestiĆ³n que solo se estĆ” cumpliendo en el Instituto Superior de FormaciĆ³n Docente SalomĆ© UreƱa y en poquĆsimas universidades privadas.
La nueva normativa del Mescyt exige a las universidades disponer de plantas fĆsicas adecuadas, con laboratorios especializados en ciencias, bibliotecas bien equipadas, redes tecnolĆ³gicas con acceso a bancos de datos especializados, actualizaciĆ³n de los materiales didĆ”cticos, servicios de tutorĆas, orientaciĆ³n, actividades cientĆficas, culturales, deportivas, entre otras.
Asimismo, el Mescyt impuso un sistema de evaluaciĆ³n del dominio de competencias y aprendizaje de los estudiantes, como las tasas de retenciĆ³n y aprobaciĆ³n, el flujo de egresos, entre otros, y en una lĆ³gica atinada, dicho ministerio se autoerigiĆ³ como el ente responsable de monitorear el proceso de formaciĆ³n docente para garantizar su calidad.
En el caso de la Universidad AutĆ³noma de Santo Domingo (UASD), quien tiene la mayor matrĆcula de estudiantes de ciencias pedagĆ³gicas -treinta mil alumnos-, estas normativas son letra muerta. Los nuevos planes de estudios no se han puesto en vigencia debido a las tensiones internas y a la crisis de liderazgo de la Facultad de Ciencias de la EducaciĆ³n de la academia estatal.
Frente al inocultable deterioro cualitativo, estĆ” pendiente que las universidades dominicanas, hagan un mea culpa.
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