Durante la dictadura de Rafael L. Trujillo fue acuƱada la frase “Mis mejores amigos son los hombres de trabajo” para usarla en la propaganda a favor del rĆ©gimen. El propio dictador Trujillo la repetĆa como una cotorra cuando se pronunciaba; algunos estribillos en los merengues de la Ć©poca la repetĆan y por esa razĆ³n se escuchĆ³ por todos los rincones de la geografĆa nacional entre 1930 y 1961.
Pero hubo un aspecto entre los amigos Ćntimos del jefe, cuya verdadera funciĆ³n era realizar un “trabajo bien sucio” y ello hizo que despuĆ©s del magnicidio algunos asesinos de notoria reputaciĆ³n murieran en la tranquilidad de sus hogares y sin que la justicia los castigara por los actos cometidos durante el rĆ©gimen.
La protecciĆ³n neotrujillista llegĆ³ al poder para encubrir matones profesionales. Para ello usaron sus posiciones sociales o los cargos en el gobierno. Los mejores amigos del dictador Trujillo por lo general formaban parte de su entorno, algunos verdaderos ases del crimen y que el jefe premiaba con rangos militares o con puestos importantes en el gobierno. Podemos citar casos como los generales Felipe CipriĆ”n (Larguito), JosĆ© MarĆa AlcĆ”ntara (reputado en El Sisal, de Azua), SimĆ³n DĆaz, Tancredo “Quero” SaviĆ±Ć³n, Federico Fiallo, Arturo Espaillat, los coroneles Salvador CobiĆ”n Parra, Johnny Abbes y otros famosos por sus nexos con el crimen de Estado y por razones polĆticas.
Tras la caĆda de la dictadura la poblaciĆ³n sabĆa que los mencionados anteriormente eran criminales, pero la impotencia se impuso y los “amigos del jefe” se salieron con las suyas.
Veamos algunos de ejemplos de notorios criminales que durante la dictadura, cumpliendo Ć³rdenes del generalĆsimo, cegaron la vida de valiosos dominicanos:
FĆ©lix W. Bernardino, a quien se le acusĆ³ el 28 de diciembre de 1930 de matar al seƱor Amable DalmasĆ y por cuyo crimen fue hallado culpable y condenado a prisiĆ³n. No obstante, el Presidente Trujillo lo indultĆ³, lo nombrĆ³ en el cuerpo diplomĆ”tico y lo distinguiĆ³ con su amistad. Se dice que Bernardino matĆ³ a decenas de personas.
A principios de la Era de Trujillo el capitĆ”n Ludovino FernĆ”ndez ultimĆ³ a balazos al ciudadano Antonio Mario Contreras, quien al momento de morir era el compaƱero sentimental de la que habĆa sido su esposa, Danila FernĆ”ndez, y de la cual estaba divorciado. En el acto Ludovino tambiĆ©n hiriĆ³ gravemente a su exmujer. No obstante haber cometido el crimen, Trujillo lo mantuvo en el EjĆ©rcito, le otorgĆ³ altos rangos y lo designĆ³ en posiciones militares de importancia. TambiĆ©n se sabe que posteriormente Ludovino acribillĆ³ varios reos que cumplĆan condena por el asalto a un banco de Santiago, o sea, les aplicĆ³ “la ley de fuga”.
Otro de los “amigos de Trujillo” lo fue el general JosĆ© Estrella, funcionario importante del rĆ©gimen de Trujillo. Se dice que fue quien capturĆ³ al lĆder guerrillero Desiderio Arias y que no se conformĆ³ con matarlo, sino que ordenĆ³ decapitar el cadĆ”ver para mostrar la cabeza a Trujillo y exhibir el resto del cuerpo en una carreta por las calles de la ciudad de Santiago. Su impronta criminal fue larga; se le acusĆ³ de matar al ciudadano Felipe Roca en el paraje La Herradura. AdemĆ”s, tuvo el descaro de preƱar a tres jĆ³venes hermanas, por lo que fue condenado a 20 aƱos de cĆ”rcel.
Otro personaje “amigo de Trujillo” lo fue Luis Silverio GĆ³mez, oficial del EjĆ©rcito que despuĆ©s de su retiro fue diputado al Congreso por el Partido Dominicano, aun cuando habĆa sido condenado, tras ser hallado culpable de matar al dirigente opositor Virgilio MartĆnez Reyna.
En la regiĆ³n Este Trujillo tuvo otro amigo llamado Amable Botello, el cual ganĆ³ reputaciĆ³n por sus desmanes. OcupĆ³ cargos pĆŗblicos importantes, incluso el de gobernador provincial, a pesar que habĆa cumplido condena porque le dio muerte un hombre de nombre JosĆ© MartĆnez.
El capitĆ”n Octavio de la Maza matĆ³ a LuĆs Bernardino en un incidente dentro de la Embajada dominicana en Londres; sin embargo, despuĆ©s del incidente fue integrado como oficial piloto de la aviaciĆ³n militar dominicana y trabajĆ³ como copiloto de la empresa Dominicana de AviaciĆ³n propiedad del dictador.
Fernando SĆ”nchez Cabral era miembro de una familia trujillista a capa y espada, ocupĆ³ altos cargos durante la dictadura, a pesar que habĆa truncado la vida de del ciudadano James Palmer.
Segundo Imbert Barreras ostentaba el rango de mayor del ejĆ©rcito, a pesar que su historial decĆa que fue encerrado porque matĆ³ los sindicalistas Luis Espinosa y Papito TavĆ”rez a raĆz de una disputa laboral con los obreros del ingenio Montellano, del que Imbert Barreras era uno de los ejecutivos.
Lo que cabe preguntar es: ¿A quĆ© tipo de trabajo se referĆa el Jefe? Aquel rufiĆ”n de la polĆtica dominicana pregonaba un doble sentido en sus frases. Posiblemente su referencia apuntaba a la carnicerĆa humana, no lo sabemos. De lo que sĆ estamos seguros es que hubo autores intelectuales en otros crĆmenes y que nunca fueron molestados tras la caĆda del rĆ©gimen.
La sorda justicia dominicana, aleluya.
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