Por Aurin Carbonell.-
Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda.
Éxodo 25:2 (RV60)
Dios le da una instrucción clara a Moisés de solicitar ofrenda al pueblo para la construcción del Tabernáculo, lugar donde habitaría la Presencia manifiesta de Dios, durante su travesía por el desierto. Esta ofrenda tenía que cumplir dos requisitos: ser voluntaria y de corazón. Dios no necesita de nuestra ofrenda, pues Él es el dueño del oro y la plata; sin embargo, Se agrada de ella, pues la ofrenda es una forma de mostrar que Él ocupa el primer lugar en nuestra vida y no los bienes materiales, así como de evitar apegos a lo material. Dios no recibe cualquier ofrenda: Él quiere que demos voluntariamente, sin esperar algo a cambio, sin interés de lo que podamos recibir a cambio de lo dado; ¡y de corazón sincero, con amor, sabiendo que Él merece lo mejor! Esto se confirma cuando se nos dice que demos de acuerdo a lo que nos propongamos en el corazón, pues Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7). La ofrenda no es un medio para canjear con Dios, ni para procurar bendición, pues Dios mira los motivos de nuestro corazón. La ofrenda es una forma de adorar al Señor. Reflexionemos, estamos adorando a nuestro Rey con nuestras ofrendas? Estamos a tiempo de pedir perdón y comenzar a hacerlo de la manera que a Él le agrada, solo dispongamos nuestro corazón.
Oración
Señor, Nos sentimos agradecidos y privilegiados de poder devolverte con amor y con gozo algo de lo mucho que Tú nos has dado, y nos darás. Permite que siempre lo hagamos con el regocijo de saber que Te agradas cuando ves un corazón sincero que reconoce que todo lo que tiene proviene de Ti. ¡Te amo! ¡Eres el motivo de mi adoración, mi Rey y Señor! ¡Amen bendiciones
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