Koh Tao es una isla de arena dorada y aguas cristalinas, con fondos soƱados para sumergirse, visitantes jĆ³venes y todo lo que se pueda desear para ser un destino paradisĆaco en el mapa del turismo mundial. Sin embargo, la islita del Golfo de Tailandia es famosa ahora por otros motivos: desde 2014, siete turistas occidentales, todos de no mĆ”s de treinta aƱos, murieron en circunstancias misteriosas.
Demasiados para un paraĆso tropical. Tanto que la prensa inglesa -cinco de las siete vĆctimas eran britĆ”nicas- apodaron a Koh Tao como "death island", "la isla de la muerte"
El Ćŗltimo caso sospechoso es el de la belga Elise Dallemagne, muerta a fines de abril y hallada colgada en el bosque con el cuerpo desfigurado por los reptiles del lugar La policĆa apuntĆ³ primero contra el gurĆŗ de un ashram indio del que la joven formaba parte, pero ahora se inclina por el suicidio: una hipĆ³tesis que la madre, sin embargo, excluye Se habla del tema dos meses despuĆ©s porque el caso fue reabierto solo tras la tardĆa revelaciĆ³n de un diario local.
Koh Tao es muy visitada por los viajeros por sus playas de aguas transparentes.
El misterio y el "muro de goma" de las autoridades locales relanzaron la reputaciĆ³n que desde hace aƱos recorre la isla, 21 kilĆ³metros cuadrados con 2.000 residentes y cientos de miles de turistas -en particular mochileros- cada aƱo.
Es sabido que poderosos clanes locales, protegidos por influyentes polĆticos cercanos a la actual junta militar, controlan la isla, con la connivencia de la policĆa
El doble homicidio de septiembre de 2014, cuando los ingleses Hannah Witheridge y David Miller fueron masacrados de noche sobre la playa, es el Ćŗnico delito "oficial". Pero la "maldiciĆ³n de Koh Tao" no se detuvo allĆ.
En enero de 2014, el cuerpo del inglĆ©s Nick Pearson fue recuperado en el mar. Un aƱo despuĆ©s, el francĆ©s Dimitri Povse fue hallado colgado, y la joven inglesa Christina Annesley muriĆ³ por una mezcla de alcohol y antibiĆ³ticos. En 2016, el britĆ”nico Luke Miller se ahogĆ³ en una piscina. Y desde el pasado febrero se perdieron las huellas de una turista rusa.
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Con mĆ”s de 32 millones de visitantes extranjeros al aƱo, es normal que turistas mueran en el "paĆs de las sonrisas": la alta tasa de accidentes viales, las escasas medidas de seguridad y el alto uso de drogas y alcohol -sobre todo de parte de jĆ³venes occidentales- son un factor a considerar.
Pero en el caso de Koh Tao, cada una de estas muertes estĆ” rodeada de sospechas de homicidio, con versiones muy dudosas de la policĆa. ¿El ahogado Pearson? CaĆdo del acantilado, aunque el cadĆ”ver no tenĆa fracturas. ¿El colgado Povse? Suicidio, aunque tenĆa las manos atadas.
Los padres de Annesley y de Miller no creen en la versiĆ³n oficial. En cuanto a la policĆa, su primer instinto parece siempre ser el de declarar resuelto el caso lo antes posible.
Entre las autoridades tailandesas, desde las provinciales a los ministerios, es evidente el interƩs primario en proteger la "gallina de los huevos de oro" del turismo, que contribuye al PIB en mƔs del 10 por ciento.
AsĆ se explican los intentos de acallar las versiones no gratas: por el uso del tĆ©rmino "isla de la muerte", la provincia de Surat Thani -de la que forma parte Koh Tao- denunciĆ³ por difamaciĆ³n al diario local, que tuvo la primicia del caso Dallemagne.
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El silencio tiene un precio: por el doble delito de 2014, al tƩrmino de investigaciones con ribetes de farsa fueron condenados a muerte dos birmanos ampliamente considerados como chivos expiatorios.
Pero los turistas olvidan rƔpido, y en Koh Tao quien tiene diversos secretos que ocultar estƔ dispuesto a recibirlos con una sonrisa.
Alessandro Ursic/ANSA
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