Aparecen en casi todas las manifestaciones en la capital chilena, Santiago, y en otras ciudades del país y lanzan piedras, cócteles molotov e incluso ácido a la policía.
Pintan grafitis y atacan a los periodistas que tratan de filmarlos o fotografiarlos.
Son los "encapuchados". Y se han convertido en una característica de las protestas que han sacudido a la sociedad chilena en los últimos dos años.
Durante ese tiempo, los estudiantes han protagonizado decenas de manifestaciones en todo el país.
Ambientalistas, activistas de los derechos de los homosexuales, mineros del cobre y miembros de las comunidades indígenas de Chile también han salido a las calles para expresar sus reclamos.
La gran mayoría marcha pacíficamente, pero a menudo las protestas derivan en actos de violencia.
Pequeños grupos de jóvenes, con sus identidades ocultas bajo capuchas y bandanas, se enfrentan a la policía, que suele responder con gases lacrimógenos, garrotes y cañones de agua.
Miles de personas han sido arrestadas y cientos han resultado heridas.
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