La localidad argentina de Epecuén fue en su momento un bullicioso y popular centro turístico con un bello lago, unos 550 km.al sur de Buenos Aires.
Pero una serie de inviernos húmedos y en particular una fuerte tormenta hicieron que el lago se desbordara el 10 de noviembre de 1985, con consecuencias devastadoras para la población de 1.500 habitantes.
Los residentes huyeron con lo que pudieron. En unos días, el pueblo quedó sumergido bajo 10 metros de agua salada corrosiva.
Desde 2009, las aguas han ido bajando, dejando a la vista un escenario dramático y postapocalíptico que se recoge en estas imágenes.
Las aguas saladas del Lago Epecuén son conocidas por sus efectos terapéuticos, y los centros termales y spas del pueblo solían atraer a 20.000 turistas cada temporada.
Pero estos días, los turistas acuden a Epecuén por una razón bien distinta.
Por todas partes, en las calles devastadas y en las ruinas de las casas, hay recordatorios de cómo cambió la vida de la localidad de un momento para otro.
Un habitante que se negó a dejar su casa en 1985 está feliz por el regreso de los turistas. "Atrae más gente a la zona, que viene a ver las ruinas", dice Pablo Novak, de 82 años.
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