Amy Wager se equivocó estrepitosamente. Su hipótesis sobre la imposibilidad de rejuvenecer un corazón no podía estar más alejada de la realidad y, aún así, este fracaso la hace inmensamente feliz.
La profesora del Departamento de Células Madre y Biología Regenerativa de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, logró identificar junto con Richard Lee, profesor de la Escuela de Medicina de la misma institución, una proteína que revierte algunos de los efectos del envejecimiento en el corazón de ratones.
Este hallazgo podría cambiar la forma en que entendemos el envejecimiento.
"En muchas maneras, hacerse viejo es visto como una consecuencia inevitable de la vida, y la noción de que algunas de estas características se pueden revertir nos demuestra que el control del envejecimiento es más amplio de lo que nos podemos imaginar", le dijo la especialista.
En realidad, Wager quería probar que el corazón no se podía regenerar con sangre joven. "Intentábamos descifrar cómo respondían otros tejidos que sabemos pueden rejuvenecer. Al tener uno que no responde te ayuda a descartar una respuesta relevante de una que no lo es".
Pero se equivocaron, el corazón no sólo respondió, sino que lo hizo "increíblemente rápido". En 30 días se empezaron a apreciar los cambios.
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