Por: Fiona Graham .- Cuando Asger Christensen empezó a trabajar como ganadero, habían unos 40.000 granjeros dedicados a los lácteos en Dinamarca. Ahora tan sólo quedan 3.000.
Los Christensens tienen una granja familiar donde cultivan maíz y trigo. Una propiedad que Asger compró a sus padres y que ha estado en manos de la familia desde 1760.
Son supervivientes de una industria que ha recibido numerosos embates, debido a las fuertes presiones que el sector de productores de lácteos ha sufrido en años recientes.
Las grandes compañías minoristas exigen a los proveedores una reducción de los precios de la leche en muchos países, dificultando la vida de los pequeños productores. La caída de las ventas en Estados Unidos en particular ha tenido también un impacto.
Todo esto supone que cualquier cosa que ayude a maximizar beneficios y a la vez mantener a las vacas felices y productivas, hace una gran diferencia.
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